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Nuevas oficinas para Aguas de Añarbe en la era COVID-19

Barru Arkitektura ha rediseñado y dirigido las obras de reforma de las oficinas técnicas de la compañía Aguas de Añarbe que provee de agua potable y gestiona la depuración de aguas de saneamiento de la comarca de San Sebastián.

Este espacio de trabajo y de reunión de 400 m2 se sitúa en un edificio de oficinas en altura que se bautizó como edificio inteligente en los años 90. La planta cuenta con una forma rectangular, con dos de sus lados como fachadas vidriadas de muro cortina donde se sitúan los despachos.

Originalmente se utilizaron materiales de buena calidad pero poco perfectibles o modificables durante el tiempo, lo que no ha permitido su fácil adaptación a los nuevos cambios, y ha demostrado que la línea estética y cromática forma también parte de la obsolescencia percibida. El objetivo del proyecto es la sustitución de las instalaciones obsoletas, ya que en los espacios de oficinas las instalaciones de eléctricas y de climatización son los elementos más que más acusan el paso del tiempo y requieren antes de un reemplazo. Los espacios intermedios no contaban con una estructura de uso clara, ya que el fondo de la planta tiene una profundidad de 12,5m, por lo que la zona interior resulta no apta para puestos de trabajo. Acabados con un cromatismo neutro y elegante. Los tonos de color, como el crema y salmón tan de moda de los 90, han demostrado ser parte de la obsolescencia percibida en el diseño de las oficinas existentes. Por este motivo se apuesta por tonos neutros en blancos, negros y grises, para después buscar el contrapunto con elementos vegetales y la gama cromática del mobiliario.


El diseño propuesto pone énfasis en combinar la batería de despachos con una una calle interior a modo de eje estructurante en la mitad de la planta que permite disponer de un variado ecosistema de mobiliario con varios modos de trabajo y reunión junto a una estantería de documentos que acompaña en toda la longitud. De esta manera se abre de una forma más evidente el eje central de interrelación de la planta, que cuenta con visiones largas en los focos de perspectiva en todas las direcciones. Destaca el diseño de la moqueta del suelo que sirve para estructurar el espacio se inspira en un efecto de transición similar a la frontera entre tierra y agua. Este recurso se lleva a modo de reflejo al techo, donde se alterna el falso techo modular con las lamas. Así se estructura el espacio interior en dos ambientes con revestimientos e iluminaciones diferentes y se separa la circulación junto a los despachos de la zona de reunión y consulta.

Un prototipo de espacio compatible con la nueva normalidad del COVID.

Contrariamente a la tendencia general en el diseño de espacios de trabajo de los últimos años, en este proyecto se optó por no reducir el número de despachos, sino que se dio prioridad a mantener dicha estructura de diseño y ampliarla. Por fortuna, se ha demostrado que estas oficinas permiten trabajar con seguridad en cada uno de los espacios privados y a la vez tener acceso inmediato a múltiples zonas de encuentro en calle interior de forma organizada.

Entre otras virtudes, esta disposición simplifica las sofisticaciones sobrevenidas, entre otros, de la necesidad de privacidad acústica de los open space, y por tanto no se precisan de elementos de atenuación acústica adicionales, ya que los propios despachos hacen la función de estancias para uso privado.

En definitiva, podría ser que la era del Covid vuelva de nuevo el péndulo hacia el lado de una arquitectura de los espacios de trabajo organizados según un zoning dual privado/compartido, ahora basado en criterios sanitarios y que por motivos del fomento de la socialización había quedado desdibujada en las oficinas paisaje.

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